"Es la música que hay en nuestra conciencia, el baile que hay en nuestro espíritu,
lo que no quiere armonizar con ninguna letanía puritana, con ningún sermón moral..."
(Nietzsche: Más allá del bien y del mal, 216)


Para una mejor hechicería

por Peter Carroll




Una revisión de mis notas de los últimos quince años, acompañada de una larga meditación sobre innumerables anécdotas verbales y escritas, me lleva a establecer que muchos fallos y desastres mágicos comparten un factor común: La confusión entre invocación y evocación. Hay una distinción poco clara entre estas dos palabras en el uso corriente, y muchos autores ocultistas separan inadecuadamente en sus escritos las dos formas de conjuro, más allá de cierta noción general de que se invocan "dioses" y se evocan "demonios" o seres inferiores. Ofrezco las siguientes definiciones:

Invocación significa la identificación consciente con una entidad compleja.
Evocación significa el uso de entidades simples con las que se evita la identificación.


En este contexto no vale la pena debatir sobre la existencia o no existencia de espíritus en el sentido tradicional del término. Los fenómenos de invocación y evocación son explicables en términos tanto de la hipótesis de los espíritus como de la hipótesis de que el subconsciente / inconsciente es la fuente de los efectos parapsicológicos e inspirativos. Usaremos por conveniencia la última hipótesis durante el resto de esta argumentación. Por lo tanto en la invocación usamos una identificación consciente con la entidad, para provocar la manifestación de los poderes que se le adscriben desde el subconsciente del mago (o inconsciente, no encuentro sentido en hacer una distinción). En la evocación, el mago dirige su mente consciente sólo al sigilo, imagen o nombre de una entidad, para provocar la liberación de los poderes que le atribuye su subconsciente. La evocación difiere del simple sortilegio (lanzamiento de hechizos) en que se espera que parte del subconsciente ejerza cierto grado de inteligencia independiente para llevar a cabo el sortilegio o adivinación por los que el mago está trabajando. La invocación puede igualmente usarse para sortilegios o adivinación y suministra inspiración mediante las cualidades que se adscriben a la entidad. Además la invocación puede ser un preludio a la evocación, haciendo que el "dios" mande al "demonio".

Sin embargo el uso de formas evocadas para la inspiración representa una confusión teorética y un serio error práctico. El mago debería evitar aceptar la inspiración procedente de entidades con las que no se identifica conscientemente. Por ejemplo, es útil crear dentro del inconsciente de uno un programa demonio para ejecutar hechizos de muerte con cierto grado de sutilieza y astucia, pero es desastroso permitir que una entidad así comience a dar consejos o escoja sus propios blancos. Muchos de los reveses experimentados por los ocultistas han surgido de permitir al tipo de entidades de habilidad limitada, que deberían haberse tratado mediante la sola evocación, empezar a comportarse como si hubieran sido invocadas. Una inspiración o una identificación consciente con, por ejemplo, los demonios de los grimorios medievales o los "dioses" del mito de Cthulhu supone incitar una seria reducción de la totalidad de la propia identidad utilizable. Uno así puede acabar teniendo mucho menos de aquello con lo que empezó, porque los programas simples de tales entidades raramente toleran la existencia de identidades más sofisticadas o "dioses" en el nivel consciente, y el poder tiene tendencia a fluir más libremente a través de los circuitos más simples.

El resultado es inevitablemente un estrechamiento de los objetivos del modo de vida y del comportamiento, lo que llamamos una obsesión. Uno debería invocar sólo entidades suficientemente complejas como para ocupar toda la capacidad de la mente consciente. Tales entidades son conocidas tradicionalmente como "dioses" y tendrían que ser lo suficientemente sofisticadas como para no resistirse a ser desterradas con facilidad, para que otras identidades puedan tomar el control del organismo cuando sea necesario. Después de todo, nosotros no somos una unidad, sino un rico collage de múltiples identidades que, en un organismo sano, se reconocen, se respetan y cooperan entre sí. Para continuar con los ejemplos saturnales, mi propia identidad de muerte, conocida entre sus amigos como el dios Thanatos, es un depósito de todo tipo de datos relacionados con la Entropía, el Envejecimiento, la Ruina, la Muerte, la Descomposición, el Terror, el Sacrificio y el Homicidio, a la vez que es algo así como un filósofo con un irónico sentido de la Mortalidad y la Futilidad. Puede invocarse para obtener inspiración sobre muchos temas tanatológicos, como atalaya desde la que llevar a cabo adivinaciones o sortilegios de naturaleza congruente, y desde la que realizar evocaciones de demonios saturnales. Sin embargo es un error emplear un dios tan complejo usando las técnicas de evocación.

Esta es la segunda mayor forma de error, y surge de una confusión entre los dos tipos de conjuro. Las entidades complejas, aquellas de las que el mago espera respuestas sofisticadas, sólo pueden ser manejadas con éxito mediante la identificación consciente, o la posesión como tradicionalmente se conoce. El intento de evitar la identificación conduce normalmente a algún modo de fracaso. El resultado puede ser decepcionante si la entidad no consigue establecerse en el inconsciente. Alternativamente, si logra establecerse, la consciencia del mago estará sometida a erráticas intrusiones desde esa fuente que sus otras identidades no reconocen como una de las suyas. Para parafrsear el viejo refrán: Cuando un hombre habla a un dios esto es invocación, cuando un hombre habla como un dios esto es invocación exitosa, pero cuando un dios habla a un hombre esto es manía religiosa o esquizofrenia.

En varios puntos de la obra de Crowley se detectan casos de ambos errores. La invocación de Choronzon en el desierto norteafricano produjo extraños e inútiles resultados, porque Choronzon, tal como Crowley lo concebía, era un ser demasiado simplista para justificar ser poseído por él, aunque podría haberse convertido en un útil servidor.

En el sentido contrario, el acercamiento de Crowley a Aiwass no se caracterizó inicialmente por una posesión e identificación completas, y esto condujo a una multitud de dificultades personales y resultados de valor más que discutible.

Por lo tanto, y resumiendo, para obtener los mejores resultados: invoca para la posesión, evoca para los servidores. Y evita esos lamentables compromisos intermedios que llevan a tan turbios resultados.



© Peter Carroll


© de la traducción española Miguel AlgOl

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